ETAPA CONFIGURADORA

Culminada la etapa discipular, la formación del seminarista se concentra en la configuración con Cristo, para que, unido a Él, pueda hacer de la propia vida, un don para los demás. Comprende cinco años formativos, que en nuestra casa están divididos en dos periodos, junto a la experiencia del año de formación pastoral misionera; para que cada seminarista pueda tener una conformación progresiva con Cristo Cabeza, Siervo, Esposo, Pastor y Profeta de la Iglesia.

Mediante la formación espiritual y el acompañamiento de los formadores, el seminarista centra su mirada en la persona de Cristo Cabeza, Siervo, Esposo, Profeta y Pastor de la Iglesia y asimila los valores, actitudes e identidad propios del sacerdocio.

Para esto vive la dirección espiritual y la meditación diaria, la vivencia de la Eucaristía y la Oración de la Iglesia; para afianzar las virtudes teologales y cardinales así como los consejos evangélicos en su propia vida.

Mediante la comprensión y vivencia de las exigencias del servicio a la Iglesia, el seminarista en la etapa configuradora se hace consciente de que debe ser un buen ejemplo para los hermanos. Es un hombre de diálogo y cercanía, asumiendo con libertad y responsabilidad relaciones sanas.

La vivencia con los demás seminaristas y formadores en los actos comunitarios, en el compartir fraterno, en la práctica de distintos deportes, además del acompañamiento psicológico hacen parte de los medios en esta dimensión.

Mediante la profundización de las ciencias teológicas, el seminarista logra una actitud investigativa, con un conocimiento más profundo de la persona de Jesús y de su Iglesia, lo proyecta hacia el futuro pastoral y a la necesidad de continuar su formación intelectual en el ejercicio de su ministerio.

La Afiliación a la Pontificia Universidad Javeriana, permite a nuestros seminaristas una solida formación teológica, bíblica, pastoral, litúrgica, moral y espiritual, con miras al futuro servicio parroquial.

A través del apostolado y las prácticas pastorales durante este tiempo de formación, el seminarista goza de espíritu de comunión, conocimiento más profundo de su diócesis y de la realidad pastoral a la que va a servir, de los distintos grupos pastorales, asociaciones de laicos, movimientos eclesiales, vida consagrada e institutos seculares, conociéndolos con caridad pastoral y espíritu misionero.

  • Rito de Admisión como Candidato al Estado Clerical
  • Ministerio del Lectorado
  • Ministerio del Acolitado
  • Actividades de integración y servicio a la comunidad
  • Rezo de la Liturgia de las Horas
  • Meditaciones sobre el camino de la Configuración con Cristo