Esta etapa será coordinada por: El Obispo diocesano, un miembro del equipo de formadores del Seminario donde el candidato ha recibido la formación inicial, el delegado para la pastoral presbiteral de la diócesis y un párroco debidamente escogido por el Obispo.

Esta etapa se ubica al finalizar la etapa configuradora, fuera de la institución y tendrá la duración que juzgue conveniente cada Obispo Diocesano según los progresos efectivamente conseguidos en una maduración integral de cada candidato.

Es un tiempo para que el candidato realice una sana transición entre la vida del Seminario y su inserción definitiva en el presbiterio diocesano.

Busca que los seminaristas acrecienten el cultivo de la fraternidad sacerdotal, la comunión con el Obispo y el presbiterio, generando un sentido de pertenencia a la Iglesia particular.

Busca que los seminaristas se inserten en las responsabilidades y realidades pastorales, en la comunidad a la que está sirviendo y en el ejercicio de la misión del Buen Pastor.

Busca que los seminaristas se preparen adecuada y serenamente, libre de tareas académicas, con miras a la ordenación sacerdotal.